After the Storm

#poesía

L. A. FIRE*

Ana Chig

Este no es el fuego de Dios.
Stay safe, pray

¿De qué color es el color del fuego?
El bramido seco de los vientos de Santa Ana,
el paisaje lunar en destrucción, ardiendo a lo largo de la costa de Los Ángeles.

La ciudad acaudalada, Pacific Palisades, está rodeada por incendios;
cenizas caen del cielo, el suburbio devastado: Sunset Bl, East Palm Street,
West Altadena Drive. Autos de lujo abandonados, estructuras y neumáticos derretidos,
McDonald’s reducido a cenizas. Sus palmeras fueron como esas varas de bengala
consumidas en un instante, un elemento en complicidad para avivar el incendio.

Bloques de casas y negocios quemados hasta los cimientos, evacuaciones masivas,
presuntos saqueadores arrestados. Ciervos, liebres, gatos, animales silvestres
desorientados en las calles; algunos caballos se han salvado. ¿Dónde están las aves?

El río Feather detuvo por un instante el avance del incendio.

Los Ángeles se tiñe de rosa, sobrevuelan aviones;
resulta extraño volver a un lugar que ya no existe:
es como un puñetazo intestinal, ya no queda nada aquí,
en medio de los escombros y cenizas, nada queda aquí.

Una mujer es vista usando una olla con agua para intentar salvar su casa de Eaton Fire.
Una madre y su hijo usan una manguera para sofocar las llamas mientras,
en las casas vecinas, el fuego las consume. Hay edificios que no están en llamas,
pero los arbustos, árboles y otra vegetación alrededor de la estructura continúan ardiendo.

Ninguno de los cuatro focos activos ha alcanzado el letrero de “Hollywood”.

Desde las estribaciones de la sierra, ráfagas de viento erráticas lanzan brasas
a varios kilómetros por delante del fuego, y no dejo de pensar:
un día estás en la piscina y al siguiente todo se ha ido.

¿Quién dicta la forma de nuestras ciudades,
los lugares que habitamos? ¿Quién margina cada vez más a la gente?

Pompeya ardió cuando el Monte Vesubio arrojó una gran cantidad de ceniza,
piedra y otros desechos volcánicos que sepultaron la ciudad.

California arde, el estado santuario arde, la Villa Getty está en llamas,
sus esculturas y jardines colapsaron en un torbellino de brasas ardientes. Albercas
ennegrecidas de hollín y desastre;
alguien orquestó un espectáculo de humo, llamas y desolación.

Los funcionarios tratan de acordonar sus discursos ante la prensa:
“¿Debe usted a los ciudadanos una disculpa por estar ausente
mientras sus casas ardían? ¿Se arrepiente de haber recortado
el presupuesto del departamento de bomberos?”

Señora alcaldesa, ¿no tiene absolutamente nada que decir
a los ciudadanos que están lidiando con este desastre?

*10 de enero de 2025

Texto basado en imágenes, declaraciones, entrevistas y notas publicadas en redes y
prensa sobre las afectaciones en el incendio (aún activo) en el condado de Los Ángeles,
California.

Ana Chig

Poeta, editora, creativa gráfica y gestora cultural independiente. En 2012 funda y dirige la revista mensual de poesía Frontera Esquina. Es directora de Nódulo ediciones y Juglaría. En 2015 y 2016 forma parte del jurado para el Premio Nacional de Poesía Tijuana. Ha publicado: La noche sobre el rostro (2010), Antología de poesía La Ciudad, encuentros y desencuentros (Nódulo Ediciones 2016), y Estanques de Arena (ISIC, 2022). Su obra ha sido incluida en las antologías: Canto a la sombra del venado muerto, 2012; Anuario de poesía de San Diego, 2014, 2015, 2020, 2021; Antología de poesía Calco, 2014; Poetry of resistance, voices for social justice, 2016 y Lachinoamérica. Antología de autores Sinolatinoamericanos, 2022.

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