¿Cuál fue tu primer contacto con la literatura? ¿Recuerdas un libro o una experiencia que marcara tu camino como escritor?
En mi casa no había propiamente una biblioteca, mis padres no pertenecían ni a la academia ni a la intelectualidad, pero surtieron la casa de lo que ellos consideraban las herramientas necesarias para complementar la educación escolar: enciclopedias (la roja de historia de México, la azul de historia universal, la verde de la revolución mexicana y una blanca sobre religión). Como cultura general, contaban con la suscripción a Excelsior y a la Revista Selecciones que no podía faltar en el baño. Los fines de semana compraban en el puesto de periódicos las historietas de la Familia Burrón, Archie o Kalimán, mientras que El libro vaquero o Jazmín, los leía a escondidas porque eran de las trabajadoras domésticas que nos cuidaban y de quienes también aprendí las canciones de Lupita D’Alessio.
Con la adolescencia y el cambio de escuela me leí a todos los existencialistas francés, a los del realismo mágico, a Paz, Rulfo, Cortázar y demás escritores latinoamericanos, después pasé a los japoneses, regresé a los europeos, leí a Yourcenar, Duras, Beauvoir y demás. Aunque con los años leo menos ficción y más filosofía, la lectura obsesiva me ha acompañado desde muy niña.
La escritura se dio sola, cuando no podía salir a jugar a la calle con mis amigos de la cuadra porque me había roto alguna extremidad me ponía a escribir en libretas que guardaba con recelo para que nadie supiera de mis aflicciones infantes ni adolescentes. Con los años cambié las libretas por los blogs y los blogs por artículos, capítulos o libros. La aflicción de lo privado se volvió pública gracias a una escritura también obsesiva.
¿Cómo influyen tus raíces culturales y geográficas en tu forma de escribir?
En varios momentos me han preguntado por qué analizo fronteras, a lo que respondo sin dudar que por el hecho de haber crecido en una economía mixta de fronteras cerradas. En el México de los años ochenta del siglo pasado no sabíamos de marcas ni de productos que no fueran “hecho en México”. Con la globalización eso quedó atrás, de un día para otro, especialmente con la llegada de McDonald’s a la ciudad de México, el panorama cambió y mi interés por conocer el mundo se volvió mi principal anhelo.
Empecé a viajar fuera del país y a leer aquellos libros que me mostraran esos otros mundos, otras escrituras, otras realidades y encontré en el teatro del absurdo de Beckett, en la ironía de Ibargüengoitia y Crosthwaite, en las oraciones cortas de Octavio Paz, en los silencios de Herta Müller, en la crudeza de Rosario Sanmiguel, en la desesperanza de Rosario Castellanos, en la claridad de Gloria Anzaldúa, en la deconstrucción de Jacques Derrida, en el existencialismo de Albert Camus, lo mismo que en las películas de Greenaway, Lynch, Cronenberg, Visconti y muchos más, un estilo propio de escritura.
¿Qué autores o corrientes literarias consideras tus mayores influencias y por qué?
Pienso que especialmente aquellos a quienes me gustaría volver a leer o de quienes conservo sus libros: Muerte en Venecia de Thomas Mann, Siete noches de Borges, El cielo protector de Paul Bowles, Todo lo que tengo lo llevo conmigo de Herta Müller, El libro de la almohada de Sei Shonagon, El tamaño del dolor de Xhevdet Bajraj y Kafka, siempre Kafka.
Además de escribir, ¿qué otras actividades o intereses forman parte de tu vida diaria? ¿Cómo impactan en tu obra?
La vida misma es lo que hace que quiera escribir. Cruzar fronteras, visualizar escenarios posibles, hacer teoría, tener la sensibilidad a flor de piel es lo que me permite escribir.
¿Cómo describes tu rutina o proceso de escritura? ¿Eres de los que escribe todos los días o trabajas por impulsos?
Ha cambiado con los años o he hecho que cambie, no fijo una rutina, confío plenamente en que cuando tengo que escribir, escribo. Hace algunos años, durante un año sabático, me puse como manda escribir todos los días una entrada en uno de mis blogs y a partir de esas entradas he publicado varios libros, incluido este. Si leo en el periódico alguna noticia que me interese escribo en otro de mis blogs una reflexión o alguna crítica que, a su vez, sirve como borrador para un artículo o libro por venir. Desde hace unos años también escribo en mi blog el resumen de los seminarios que imparto, otro insumo para alguna publicación venidera. La escritura no es para mí un trabajo, tampoco un oficio, sino una forma de estar en el mundo.
¿Qué papel juegan la investigación y la documentación en tus obras? ¿Cómo equilibras la realidad con la ficción?
Lo que escribo siempre parte de la realidad que observo, no por ello todo lo que escribo es real, sino lo intermedio entre lo real la ficción, un estilo propio de escritura que denomino filosofía ficcional.
¿Qué desafíos enfrentaste durante la escritura de este libro? ¿Hubo momentos de duda o bloqueo creativo?
Ninguno. El escribir in situ no implica ningún reto creativo más que la mera disciplina de darse el tiempo para escribir, para llevar un archivo de lo sensorial que se guarda en la memoria.
¿De qué trata tu libro? ¿Cómo describirías su esencia a alguien que no lo ha leído?
La escritura de El resto del viaja. Crónicas fronterizas, es el backstage de la escritura académica, es el diario de campo, la auto-etnografía, si se quiera llamar así, de lo que, desafortunadamente, está descartado de facto en un artículo académico. Es la escritura del fluir de la consciencia que no tiene freno, que desconoce lo políticamente correcto de quien mira, observa, se para frente a una frontera e intenta traducirla.
¿Qué temas o mensajes principales esperas transmitir a través de esta obra?
Que la frontera es todo aquello que nosotros creemos que es, particularmente aquello que nos deja ver una realidad más allá de las propias fronteras que no es necesario inventarse porque existe en el objeto mismo, ya sea un muro, una valla, un alambrado, lo mismo que en el cuerpo de quien las cruza, ya sea por necesidad o mero placer de cruzar y ser cruzado.
¿Hay algún personaje o pasaje que sea especialmente significativo para ti? ¿Por qué?
Me es difícil escoger un cruce, cada uno de ellos me ha hecho comprender las fronteras, quizá lo que cambia es la diégesis de referencia, pero si me he de quedar con alguno sin duda sería con Mohamed y la frontera de Israel en Palestina.
¿Cómo crees que este libro dialoga con el contexto cultural o social actual?
Las fronteras se pusieron de moda como mecanismos de control a partir del ataque a las Torres Gemelas en 2001, sin saber el devenir de mi investigación, puedo afirmar que soy pionera en los estudios fronterizos comparados no solo en México, de ahí que lo que escribo siempre va unos pasos delante de la propia realidad contemporánea.
Además de esta obra, ¿en qué otros proyectos estás trabajando actualmente?
Ufff! Tengo una carpeta que se llama “Libros por escribir” que ya cuenta con cinco borradores que no he podido terminar por falta de tiempo.
¿Podemos esperar algo nuevo próximamente?
Está por salir un libro en otra editorial que es como un corte de caja de mis veinte años de estudiar las fronteras, una escritura que, desde mi perspectiva, ya muestra señales de madurez intelectual, un tránsito entre quien empieza a investigar las fronteras y quien se consolida con una metodología y propuesta teórica original e innovadora para los tiempos que nos está tocando vivir.
¿Cuál es tu mayor reto como escritor(a) en la actualidad, ya sea personal, profesional o creativo?
Escribir una novela. Ya tengo el título y la historia, solo necesito un sabático para escribirla.
¿Qué esperas que los lectores sientan, piensen o experimenten al leer tu libro?
Que vean las fronteras como un simple objeto que se puede cruzar de un lado para otro, nunca como una limitación. Un objeto en el que te desnudas, sientes tu propia vulnerabilidad, te conoces a ti misma y conoces la realidad de otros.
¿Qué consejo le darías a alguien que está comenzando en la escritura o busca publicar su primera obra?
Que escuche y observe la realidad, la propia y la ajena. Que no escriba por oficio, sino como una manera de estar en el mundo. Que pula su propio estilo de escritura.
(n. 1974) es escritora, investigadora nacional nivel I (CONAHCYT) y profesora de Filosofía e Historia de las Ideas en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), reconocida como una de las principales referentes en los Estudios Críticos de Frontera. Su trabajo, inspirado por la filosofía y la deconstrucción de Jacques Derrida, explora temas como hospitalidad, autoinmunidad, vulnerabilidad, insulto y duelo, estableciendo conexiones profundas entre la filosofía, la literatura y la ecología. Entre sus obras más destacadas se encuentran ¿Cómo habitar un hotel? (2021), Migración cero. Reterritorializar la condición de refugiado en México (2020), Poética de un sabático (2018), Cartografía de las fronteras. Diario de campo (2016), Epistemología de la frontera (2014) y Cultura e identidad en la región fronteriza México-Estados Unidos (2013).